domingo, 23 de noviembre de 2014

"Defiende tu sombrero por muy ridículo que parezca"

Cuando era pequeño, desde la oscuridad de su pequeño cuarto soñaba con convertirse en un gran Artista. Ante un público imaginario, sus incondicionales Amigos Invisibles, cada noche ensayaba una y otra vez un selecto repertorio integrado por las canciones de sus grandes ídolos, Evangelios de la que ya para entonces se vislumbraba como su única Religión: la Música.

Treinta años después, aquel niño es todo un hombre que vive por y para lo que realmente nació: disfrutar y hacer disfrutar sobre un escenario. Pero el largo camino recorrido hasta aquí no ha sido precisamente llano, sino más bien al contrario, tortuoso y repleto de baches. Una infancia complicada, hijo único de un matrimonio mal avenido, dificultades en clase para sacar adelante los estudios e integrarse con los compañeros, su condición sexual en un colegio religioso en plena etapa de la Transición...

Afortunadamente, el teatro se cruzó en su vida y le salvó del naufragio. Era tan claro el objetivo que no se arredró ante los avatares del destino, y lucho por cumplir su sueño. A pesar de los difíciles comienzos, supo rodearse de los mejores profesionales, tejer buenas amistades y no dejar nunca de aprender y perfeccionarse hasta llegar a lo que es actualmente: uno de los grandes. Intuición, inteligencia y don de gentes, rasgos fundamentales de una personalidad carismática y enigmática. Talante y talento, ingredientes indispensables para la creación de un gran Artista.

"Nadie es profeta en su tierra". Pero no es su caso. Arrasa allá por donde va y más aún en Euskadi, donde el público abarrota cada una de las funciones que ofrece, agotando las entradas con semanas de antelación. No es para menos: "El intérprete" constituye uno de los shows más completos, impresionantes y espectaculares que se puedan representar en un teatro. Música, baile y actuación son los hilos conductores de los que se sirve para transmitir a la audiencia toda clase de sensaciones: desde la risa al llanto, desde la sorpresa a la incertidumbre, y por encima de todo, pasión. En cada momento y cada movimiento, en cada mirada, cada sonrisa, cada nota que sale de su garganta. Pasión y fe en lo que hace y cómo lo que hace. Y eso, cuando es de verdad, llega y cala hondo. Muy hondo, hasta enganchar y crear adicción.

Autenticidad, genio y figura. En dos palabras: Asier Etxeandia.








1 comentario:

  1. Me has convencido. Intentaré verlo y disfrutar de todo eso que nos cuentas.

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