Cuando era pequeño, desde la oscuridad de su pequeño cuarto soñaba con convertirse en un gran Artista. Ante un público imaginario, sus incondicionales Amigos Invisibles, cada noche ensayaba una y otra vez un selecto repertorio integrado por las canciones de sus grandes ídolos, Evangelios de la que ya para entonces se vislumbraba como su única Religión: la Música.
Treinta años después, aquel niño es todo un hombre que vive por y para lo que realmente nació: disfrutar y hacer disfrutar sobre un escenario. Pero el largo camino recorrido hasta aquí no ha sido precisamente llano, sino más bien al contrario, tortuoso y repleto de baches. Una infancia complicada, hijo único de un matrimonio mal avenido, dificultades en clase para sacar adelante los estudios e integrarse con los compañeros, su condición sexual en un colegio religioso en plena etapa de la Transición...
Afortunadamente, el teatro se cruzó en su vida y le salvó del naufragio. Era tan claro el objetivo que no se arredró ante los avatares del destino, y lucho por cumplir su sueño. A pesar de los difíciles comienzos, supo rodearse de los mejores profesionales, tejer buenas amistades y no dejar nunca de aprender y perfeccionarse hasta llegar a lo que es actualmente: uno de los grandes. Intuición, inteligencia y don de gentes, rasgos fundamentales de una personalidad carismática y enigmática. Talante y talento, ingredientes indispensables para la creación de un gran Artista.
"Nadie es profeta en su tierra". Pero no es su caso. Arrasa allá por donde va y más aún en Euskadi, donde el público abarrota cada una de las funciones que ofrece, agotando las entradas con semanas de antelación. No es para menos: "El intérprete" constituye uno de los shows más completos, impresionantes y espectaculares que se puedan representar en un teatro. Música, baile y actuación son los hilos conductores de los que se sirve para transmitir a la audiencia toda clase de sensaciones: desde la risa al llanto, desde la sorpresa a la incertidumbre, y por encima de todo, pasión. En cada momento y cada movimiento, en cada mirada, cada sonrisa, cada nota que sale de su garganta. Pasión y fe en lo que hace y cómo lo que hace. Y eso, cuando es de verdad, llega y cala hondo. Muy hondo, hasta enganchar y crear adicción.
Autenticidad, genio y figura. En dos palabras: Asier Etxeandia.
Me has convencido. Intentaré verlo y disfrutar de todo eso que nos cuentas.
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